Historias de bienvenida, 2

Hace un par de días hablamos de las historia de bienvenida en el blog, de cómo puedes contarla si quieres utilizar una publicación editorial, como un álbum de embarazo.

Si eres sin embargo de lxs que prefiere ir por libre, hoy te cuento cómo dejar tu historia por escrito de manera única, como tú.

Yo me lo guiso…

Es decir, si te decides por el salvaje oeste y quieres hacer tu propio libro de bienvenida, lo primero es saber que no tiene por qué ser un libro.

Ni un álbum.

Igual tú eres más de cajas, como en las películas: quizás te gusta una caja con los rastros que la espera va dejando (desde el ticket del bar donde te acordaste de que ya no puedes comer jamón, las ecografías, la factura de la cuna, fotos de viajes, pruebas de colores para la habitación).

Foto de Roman Kraft
y de Stephanie Harvey

O quizás el momento en que te pones a pensar en lo que vendrá llega cuando abres ese libro que llevas mil años leyendo. Escribe en los márgenes, lo que se te ocurra, en las portadillas, pega lo que te apetezca.

Si efectivamente a ti lo que te gustan son los libros o cuadernos, elige o fabrica uno sobre el que te apetezca escribir y pegar cosas. A mí me gustan los grandes, tamaño folio, apaisados y de hojas fuertes. Depende también de lo manitas que seamos y de las papelerías que tengamos cerca.

(O de Pinterest.)

Si te gusta dibujar, es mejor que tenga hojas blancas, si lo tuyo es la letra impresa quizás lo prefieras rayado y si estás hechx un lío, puedes crear un cuaderno con diferentes papeles, telas, texturas, recortes. Puedes incluso aprovechar este momento para aprender a coser cuadernos.

Mira, ya tienes una cosa que contarle al/ a la pequeñajo/a.

Foto de Calum Macaulay
y de Picsea EQUITY

¿Qué contar?

Al lío:

¿Qué le cuentas a alguien con quien no has hablado nunca?

¡¡ALARMA – ALARMA – BLOQUEO – AAAAAHHHH!!

Un secretillo: de momento, esta historia es tuya.

Y, de momento también, para ti.

Así que no te censures.

Si te mueres de ganas, cuéntalo.

Si te mueres de miedo, cuéntalo.

Si lo que te parece es increíble vivir en un mundo en el que las instrucciones para montar una cuna aún son incomprensibles, cuéntalo.

Si quieres contar una historia, empieza.

A veces cuesta un poco arrancar, pero recuerda que reescribir es más fácil que escribir.

Empezar por el principio

Una ayudita para arrancar: estas son las pautas que yo uso con quienes me cuentan. Te puedes saltar las que quieras o añadir otras. Al fin y al cabo, es tu proceso y tu criterio.

Yo empezaría pensando qué tipo de conversación me hubiera gustado tener a mí con mis padres, o qué información sobre ese periodo me gustaría tener. Como soy de alma documentalista, creo que agradecería:

  • tener cosas de la época, como fotos o recibos de la cafetería donde le contaron a mis abuelos que iban a ser abuelos tomándose unos churros con chocolate,
  • o incluso recortes de periódico con lo que les llamó la atención a mis padres durante ese periodo (cuando yo nací no había internet, no digo más),
  • algún libro que leyeron en ese periodo,
  • las notillas que se escribieron por la casa, ese buenos días o que no se te olvide subir el pan.

Pero bueno, eso soy yo.

Para empezar con buen pie, piensa en lo que te gustaría recibir a ti o en lo que quisieras compartir.

Lo dejo por hoy.

Espero que os hayan entrado tremendas ganas de contar y contaros.

Si queréis comentar o contactar para que os eche una mano, ¡os leo!

Si os apetece saber más:


Sol García Prats

es doctora en literatura y educadora infantil.

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